Cuando Mambrú volvió: las heridas que nunca se fueron

Por Maestro Zheng Gong
“Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá”. La ronda infantil se detiene en la ausencia y deja la pregunta suspendida. Pocas veces nos detenemos a pensar en el regreso. Sin embargo, la historia de los pueblos recuerda que la guerra siempre vuelve, aunque no precisamente con canciones ni con himnos. Retorna con cuerpos fragmentados, con mentes marcadas, con comunidades que intentan reconocerse entre las ruinas. El verdadero retorno de Mambrú no se mide en victorias militares, sino en cicatrices.
Los datos son claros. La Organización Mundial de la Salud estima que uno de cada cinco habitantes en zonas de conflicto padece trastornos de salud mental como ansiedad, depresión o estrés postraumático. En Vietnam, décadas después de la retirada, un tercio de los veteranos seguía viviendo bajo la sombra del trauma. En Bosnia, Ruanda o Colombia, las guerras no terminaron con los acuerdos: permanecieron en las pesadillas, en el insomnio, en el miedo a los ruidos fuertes. El cuerpo regresa, pero no regresa completo. El pueblo también vuelve, aunque cargando con desplazamientos masivos, territorios despojados y memorias hechas pedazos.
Se habla de reconstrucción como si bastara con levantar carreteras o puentes, pero la guerra arranca algo más profundo. En Siria, más del 60% del personal sanitario huyó durante los primeros años del conflicto; en Colombia, el desplazamiento interno superó los ocho millones de personas, con la consecuente pérdida de culturas, costumbres y redes de apoyo. El retorno de Mambrú es volver a aldeas vacías, a ciudades donde la memoria se fractura entre relatos contradictorios. La posguerra se convierte en un campo de disputa: unos llaman héroes a los caídos, otros los recuerdan como victimarios y muchos prefieren callar. En esa pugna se juega la posibilidad de sanar o de reabrir la herida.
El regreso de Mambrú tampoco es siempre humano. A veces vuelve convertido en deuda externa, en minas antipersona que permanecen activas durante décadas, en bases militares que se instalan como cicatrices geopolíticas. En Afganistán, tras veinte años de intervención, más del 40% de la población depende de ayuda humanitaria, mientras la pobreza crece como un eco prolongado de la ocupación. La guerra retorna disfrazada de estadísticas: en índices de hambre, en economías hipotecadas, en generaciones enteras que no conocieron la paz. Y mientras tanto, en el presente, vuelven a sonar tambores bélicos, no solo en los campos de batalla sino en parlamentos, plazas públicas y pantallas, donde se repite la promesa de que la fuerza traerá orden. La canción infantil parece reescribirse sola, como si Mambrú nunca dejara de marcharse y regresar, oculto bajo nuevas justificaciones que repiten viejos ecos.
Pero regresar no es lo mismo que reparar. El verdadero retorno exige más que reconstrucción material: requiere atender las heridas invisibles, reconocer el trauma colectivo y restituir la dignidad de quienes han sufrido. Reparar es también transmitir a las nuevas generaciones que la violencia no es un destino inevitable, ni una condición natural de la convivencia, sino una herencia dolorosa que puede y debe interrumpirse. La guerra no se desarma sola: necesita de un tejido humano que la contradiga, que cante otra melodía frente al estribillo de la fuerza.
Si Mambrú volvió del campo, lo hizo con huellas que aún reclaman justicia, con pueblos que se niegan a que su historia quede reducida al silencio de una canción. Tal vez el desafío no sea esperar su regreso, sino construir un lugar donde, cuando vuelva, la guerra no encuentre cama, ni coro, ni quien la cante.
Fuentes consultadas:
• https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-in-emergencies?utm_source=
• https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31200992/
• https://www.frontiersin.org/journals/psychiatry/articles/10.3389/fpsyt.2022.978703/full?utm_source
• https://time.com/3967590/vietnam-veterans-ptsd/?utm_source
• https://www.unocha.org/afghanistan?utm_source
• https://elpais.com/america-colombia/2025-06-18/colombia-suma-siete-millones-de-desplazados-internos-por-la-violencia-y-la-pobreza.html?utm_source





