
Por: Laura Muñoz
Cada 4 de octubre el mundo conmemora el Día Mundial de los Animales, una fecha vinculada a San Francisco de Asís que comenzó a celebrarse en 1929 y que hoy sirve para medir, con datos y políticas, qué tan en serio tomamos el bienestar animal y la conservación. La efeméride se adoptó en congresos europeos de protección animal y se fijó para el 4 de octubre por su simbología franciscana, según reseñan los archivos históricos de la celebración y síntesis oficiales latinoamericanas.
En Colombia, la fecha tiene un peso especial por una razón verificable: somos un país megadiverso. El Sistema de Información sobre Biodiversidad (SiB Colombia) reporta 80.346 especies registradas en el territorio nacional (76.194 continentales y 7.812 marinas) con más de 33 millones de observaciones abiertas que respaldan esos datos. La propia plataforma recuerda que una de cada diez especies conocidas en el planeta habita nuestro territorio.
Si hablamos de aves, el liderazgo es sostenido. Con base en fuentes ornitológicas nacionales y prensa especializada, Colombia alberga al menos 1.966 especies y es cuna de más de 80 endémicas; el Instituto Humboldt lanzó en 2024 el Atlas de Aves Endémicas con 83 especies únicas del país. En ciencia ciudadana, los conteos globales confirman el protagonismo: en el Global Big Day 2024 Colombia encabezó el ranking con 1.558 especies registradas y en 2025 volvió a liderar con 1.560–1.563 especies según reportes oficiales de Parques Nacionales y comunicados de turismo basados en eBird.
No son solo las aves. Un estudio liderado por el Museo de Historia Natural de Londres consolidó a Colombia como el país con mayor diversidad de mariposas del mundo: 3.642 especies (cerca del 20% de las conocidas), de las cuales unas 200 son endémicas. En mamíferos, una revisión publicada a través del SiB y artículos técnicos cifra la riqueza en 553 especies, con predominio de murciélagos y roedores. En anfibios, Colombia es una potencia global, aunque con señales de alerta: más del 30% de nuestras especies están en riesgo de extinción, advierte el Instituto Humboldt.
La otra cara de la celebración son las presiones. Tras un descenso histórico en 2023, la deforestación repuntó en 2024: el país perdió 113.608 hectáreas, un aumento de 43% frente a 2023, concentrado en la Amazonia (Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo). La cifra fue confirmada por el IDEAM y el Ministerio de Ambiente y reportada por agencias internacionales. Las causas combinan praderización para ganadería, economías ilegales, apertura de vías y una temporada de incendios agravada por el clima.
En control de amenazas directas a la fauna, el tráfico ilegal sigue activo. El Ministerio de Ambiente compiló que, solo en las temporadas de Semana Santa de 2023 y 2024, las autoridades decomisaron 9.004 reptiles, 2.621 aves y 1.553 mamíferos; Bogotá, por ejemplo, reportó 676 individuos vivos incautados y 45 kg de carne de fauna silvestre en 2024. A escala nacional, las CAR informaron la atención de más de 39.000 animales durante 2024 en sus centros.
También hay avances estructurales. En 2022, Colombia superó la meta del 30% del mar bajo protección con la declaratoria de Beata y Colinas y Lomas del Pacífico, un paso alineado con el objetivo global 30×30; la consolidación ahora depende de financiación, control efectivo y manejo adaptativo.
Y desde 2024 existe un listado nacional actualizado de especies amenazadas (Resolución 0126 de 2024): 2.104 especies (flora, hongos y fauna), de las cuales 760 son animales distribuidos entre 466 en Peligro Crítico, 800 en Peligro y 838 Vulnerables. La actualización, alojada en el SiB y el portal de datos del Estado, amplía en ~800 el universo de especies bajo seguimiento frente a 2017.
¿Por qué importa todo esto hoy? Porque el relato sobre los animales no se agota en lo simbólico: los datos orientan decisiones de política, presupuestos y justicia ambiental. Si Colombia quiere sostener el título de “potencia de vida”, necesita cerrar la brecha entre conteos extraordinarios —esos “1.558” y “1.560” que celebramos cada mayo— y la realidad en el terreno: deforestación que rebota, tráfico persistente y cientos de especies con estatus de amenaza reconocido por el Estado. La buena noticia es que hay ruta: ciencia abierta (SiB), participación (eBird/Global Big Day), áreas protegidas bien manejadas y control a economías ilegales. El resto —lo que hagamos como ciudadanía, sector productivo y gobiernos locales— definirá si el próximo 4 de octubre seguimos celebrando con orgullo… o solo contando pérdidas.
Fuentes citadas en el artículo: SiB Colombia; Instituto Humboldt; CCRO/Parques Nacionales; Global Big Day (eBird/Global Birding; comunicados ProColombia); Natural History Museum de Londres; MinAmbiente (Resolución 0126 de 2024 y tráfico de fauna); Secretaría de Ambiente de Bogotá; CAR.





