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Palabras del presidente Gustavo Petro durante la instalación de la Asamblea Nacional Cafetera en la Gobernación de Cundinamarca.

Pues puntualizar un tema central del cual no escuché mucho y es un poco la historia institucional del café, que tiene que ver y es un eje central de la historia institucional de Colombia y en general está alrededor del recurso público. Los recursos públicos que como todos saben vienen de los impuestos de todas y todos los colombianos son una caja común, una especie de caja de ahorros en cierta forma. No se ahorra mucho. Se tiene que gastar. Se gasta fundamentalmente en funcionamiento del Ejército y la Policía, de la Fuerza Pública, ese es el gran gasto.

Pero paralelo está el gran gasto de pagar las deudas, que ya va a 100 billones. Se va a poner por encima de todos los gastos y paralelo, el gasto de las pensiones y van quedando unos cunchos, le llamo yo. Porque uno no puede decirle a un soldado, a un policía o a un general, le dejo de pagar el sueldo. Tampoco le puede uno decir a la banca internacional, le dejo de pagar la deuda. Tiene unas consecuencias. De esto se discutió mucho en pasadas décadas. Tampoco le puede uno decir a los pensionados, le dejo de pagar la pensión. Luego van quedando unos cunchos, que fuera de otros gastos de funcionamiento, pues terminan siendo la inversión del país, inversión que se amarra por los gobiernos y la dejan amarrada a los próximos gobiernos, porque va reflejando una visión del desarrollo, de lo que se cree es el proceso económico más favorable para el país o para ciertos intereses.

En esa historia institucional y tiene que ver con lo que acabas de decir, se ha visto casi como un derecho que no está establecido en la Constitución de Colombia, que ciertos grupos de poder, pueden tener el presupuesto nacional. Manejarlo. Controlarlo por décadas. De él sacaron las ganancias lícitas o muchas veces ilícitas. Se lo roban con la procura en muchos temas, de garantizar unos derechos que al cabo de las décadas, a veces han pasado un siglo, pues no han
garantizado.
Los derechos de toda la población y en cierta forma las elecciones del año pasado, fue como una especie de evaluación de Colombia sobre esa manera de
gobernar. Cuando el pueblo colombiano en su mayoría y no solamente quienes
votaron a favor mío, sino en buena parte, quienes votaron a favor de mi rival, que supo ser muy audaz en esa campaña en segunda vuelta, lo que buscaban – estoy hablando de más de 10 millones, 11, 12, 13, 14 millones de electores- lo que buscaban es que eso cambiara, es decir, que hubiera una plenitud en que los derechos de la gente se garantizarán.

La Constitución del 91 lo prometió. Muchos de sus artículos, cuando uno los lee y los relee -como parlamentario sí que me ha tocado leerlos y releerlos- traen siempre, se garantizará en forma progresiva. Forma progresiva uno entiende, cada
año más y más se van garantizando.

Pero han pasado más de 30 años, y muchos de ellos, como el de la pensión, ni por la esquina, al contrario, comparado con niveles de cobertura antes de la Constitución, pues tienen menores coberturas ahora. O como el de la salud, que acaba de tener una fuerte discusión, ¿Cómo es posible que tengamos cuatro veces más la tasa de mortalidad infantil que la mayoría de los países de la OCDE, de la que hacemos parte?.

Esos niños que mueren no importan. He descubierto que, en muchos voceros políticos y gremiales, los niños que mueren no importan. El balance no se hace en niños muertos o niños vivos, el balance no se hace en personas que mueren sin necesidad o que pueden vivir gracias a la palanca del presupuesto nacional, sino que se hace en términos de ganancias y punto. Se hace en términos de beneficios particulares, punto. Se hacen en términos de un negocio. Cómo la Constitución que plenamente hablaba de derechos, fue sustituida por una forma de gobernar en donde sólo se habla de negocios para unos cuantos.

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