La música colombiana se canta en mandarín: el sueño del maestro Héctor Palacios en China

Por Laura Muñoz
En medio de los rascacielos y los templos milenarios de China, suena una voz que entona «Carmentea» en mandarín, acompañada por un guzheng y una marimba. Es la voz de Héctor Jesús Palacios, un maestro nacido en Pasto, Nariño, que ha logrado lo impensable: llevar el folclor colombiano a Asia a través de la fusión musical entre dos culturas milenarias. Desde la ciudad de Xiamen, donde reside junto a su esposa Jing Ling y su pequeño hijo, lidera el proyecto musical Chinastía Vallenata, una agrupación que integra instrumentos tradicionales chinos con ritmos como el vallenato, la carranga, la música llanera y andina.
Conversamos con Héctor, maestro, compositor, gestor cultural y soñador empedernido, sobre este innovador proceso de intercambio cultural, los desafíos de construir puentes musicales en tierra extranjera, y cómo su pasión por Colombia se ha convertido en una verdadera “misión divina”.
¿Cómo ha sido la recepción del vallenato y en general de la música colombiana en China? ¿Existe un género que haya despertado más interés entre el público chino?
Ha sido una experiencia maravillosa. Para ser un proyecto nuevo, la recepción ha sido muy buena. Les llama mucho la atención lo que hacemos, y por eso nos han invitado a los mejores programas de televisión y nos han entrevistado medios importantes aquí en China. Estamos en una etapa inicial, pero los resultados han sido muy alentadores.
En cuanto a los géneros, todavía es pronto para saber cuál será el más aceptado. Hemos presentado un abanico diverso de ritmos: desde el vallenato de la costa atlántica, pasando por la música del Pacífico con marimbas, hasta la carranga y música andina del sur de Nariño. Todo eso lo estamos mostrando a los chinos para ver cuál despierta más conexión. Lo claro es que seguiremos representando el folclor colombiano con orgullo.
Chinastía Vallenata ha logrado una fusión sin precedentes. ¿Qué desafíos y aprendizajes ha traído integrar instrumentos chinos con música colombiana?
El mayor desafío fue convencer a músicos chinos para que tocaran con nosotros. Muchos se negaron inicialmente, porque les parecía que usar instrumentos tradicionales como el erhu o el guzheng para interpretar música latina era un sacrilegio cultural. Temían ser juzgados o que no funcionara.
Sin embargo, dos artistas finalmente aceptaron ensayar. Les expliqué que la música es universal y que los instrumentos pueden adaptarse a cualquier género. En el ensayo vieron que sí era posible, se emocionaron y grabamos la primera canción. Luego vino el primer disco… y ahora vamos por el cuarto. El gran aprendizaje es que hay que abrir la mente, asumir riesgos, y tener la valentía de crear puentes entre culturas. Eso es lo que hace hermosa esta fusión.

¿Cuáles han sido los mayores obstáculos para introducir la música colombiana en China y cómo los ha superado?
El mayor obstáculo fue empezar desde cero con algo totalmente desconocido. Aquí en China hay un gran respeto por lo propio, y son muy conservadores con su cultura. El oído chino no está familiarizado con ritmos como el vallenato, así que al principio parecía una locura. Muchos me dijeron que cantar vallenatos en chino no iba a funcionar.
Pero yo creía profundamente en el proyecto. Perseveré, insistí, y en estos siete años (empezamos en 2018) hemos logrado mucho. Nos han escuchado, nos han abierto puertas, y eso demuestra que cuando crees en algo con pasión y trabajas con disciplina, los resultados llegan. Lo importante es no rendirse.
¿Qué tipo de intercambios artísticos y colaboraciones se han dado entre músicos colombianos y chinos desde su experiencia?
Hasta donde yo sé, no hay muchas colaboraciones de este tipo. Nosotros somos pioneros. Si tú buscas en internet grupos que estén fusionando música colombiana con instrumentos tradicionales chinos, vas a encontrar a Chinastía Vallenata. Si buscas colombianos enseñando vallenato a músicos chinos, tampoco hay muchos registros. Esto es un camino nuevo, no muy transitado, y por eso lo asumimos con tanta responsabilidad.

Pero estoy seguro de que, en el futuro, esto abrirá puertas a otros artistas. Ya hay curiosidad, ya hay interés. Nosotros ponemos la semilla, y ojalá muchos más se animen a cruzar estos puentes culturales.
«Todo empezó con un sueño que me regaló Dios», dice Héctor, con la emoción intacta. Un sueño que ha tomado forma entre partituras, traductores y palmas chinas que ahora aplauden al son del acordeón colombiano. Desde Beijing hasta Xiamen, la música colombiana florece en un escenario inesperado gracias a la terquedad creativa y al corazón abierto de este maestro nariñense. En palabras suyas: «La música es universal, los instrumentos también. Sólo hay que darles la oportunidad.»
Fotos: El Medio Comunica