Frente a la polarización, violencia y crisis ética, Vesak 2025 reunió voces y corazones en una acción espiritual colectiva por la paz en Colombia

En medio de una coyuntura marcada por la polarización política, el incremento de la violencia armada y una profunda crisis ética y ambiental, el evento Vesak 2025: Colombia medita por la paz se convirtió en un acto simbólico y profundamente transformador de encuentro espiritual y esperanza colectiva.
Celebrado este sábado 31 de mayo en el Auditorio de Compensar de la Calle 94, en Bogotá, el evento fue convocado por la Comunidad Budista Camino del Dharma en alianza con El Medio Comunica, y reunió a cerca de 200 personas entre líderes sociales, académicos, representantes de comunidades espirituales, jóvenes y ciudadanía comprometida con la construcción de paz.

La jornada conmemoró el Día de Vesak, fecha reconocida por la ONU desde 1999 (Resolución A/RES/54/115) para celebrar el nacimiento, la iluminación y el fallecimiento del Buddha Gautama. Sin embargo, más allá de una efeméride religiosa, Vesak 2025 se convirtió en una poderosa respuesta ética y espiritual ante los desafíos que enfrenta el país.
Meditación, arte y compasión como camino colectivo
Hubo una armonización por varias comunidades de fe y espiritualidades, un conversatorio de mujeres sobre la Compasión Activa, presentaciones artísticas de música sagrada y un espacio de reflexión intercultural que integró diversas cosmovisiones en torno a la paz. Uno de los momentos más significativos fue la proclamación del Mandato por la Compasión, un manifiesto ético y espiritual construido colectivamente que convoca a un cambio profundo en las formas de pensar, hablar y actuar.
Con palabras claras y conmovedoras, el Mandato llamó a que cada pensamiento sea sembrado con la semilla de la bondad; que cada palabra se convierta en un puente de entendimiento, y que cada acción lleve el sello de la paz, la justicia y el respeto por toda forma de vida.
“Rechazamos la indiferencia como camino. Renunciamos a toda forma de odio, prejuicio y violencia, y abrazamos el coraje de mirar al otro como un reflejo de nosotros mismos”, se proclamó en voz colectiva. El Mandato también invocó la compasión “no como un ideal lejano, sino como una práctica viva que transforme nuestras casas, nuestras comunidades y nuestro país”.
Entre sus compromisos más profundos, se destacaron el de escuchar en medio del ruido, comprender en medio del conflicto y sanar en medio del dolor. “Hoy, desde Colombia para el mundo, hacemos este voto colectivo: sembrar paz donde haya violencia, tender manos donde haya distancia, y vivir con dignidad, amor y lucidez. Este es nuestro mandato por la compasión. Que nuestras vidas lo honren”.
Vesak 2025 ofreció un respiro, pero también una invitación a la acción: pensar la espiritualidad como un acto político, cultural y social. Los organizadores, que han participado en procesos internacionales como la COP16 en Colombia y en cumbres budistas en Vietnam, Myanmar y Tailandia, subrayaron que el encuentro fue una reafirmación de que la compasión es una respuesta frente a la indiferencia y el odio.

Un llamado urgente desde el corazón espiritual del país
El espíritu del evento no fue el de una celebración convencional, sino el de una movilización interior con implicaciones prácticas. Vesak 2025 sembró preguntas esenciales: ¿Cómo cultivar paz sin ignorar el sufrimiento? ¿Qué papel juegan las espiritualidades en tiempos de crisis? ¿Cómo meditar sin desentenderse de la historia?
Desde la música sagrada hasta el compromiso ético, desde el silencio hasta la palabra compasiva, Colombia medita por la paz no solo conmemoró el legado del Buddha: sembró una semilla de esperanza en un país que la necesita con urgencia.

Fotos: Leonardo Guayán – El Medio Comunica